Si los antiguos estoicos habían sostenido que después de la muerte el alma seguía por algún tiempo una existencia separada –en el caso de los sabios, hasta la destrucción general del mundo por el fuego–, la doctrina de la mayoría de sus sucesores era que, inmediatamente después de la muerte, el alma regresaba al «alma del mundo», de la cual formaba parte. Pero incluso esta esperanza estaba asediada por tantas dudas y recelos que era prácticamente inservible para producir consuelo o influir en nada.
Page 739